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Foto del escritor Viajeras Boricuas

¿Te atreves a probar de estas 3 comidas callejeras?

Actualizado: 17 nov 2021

Entre güimos, hormigas culonas y chapulines.


Dicen que "cuando el hambre aprieta, la vergüenza afloja." Y la changuería también.


Recuerdo que mi hermano me contó alguna vez que en uno de sus viajes por Europa como estudiante mochilero y “pelao”, un incidente marcó su estómago “selecto”. Resulta que había sido víctima de un robo en Suiza “of all places”; los pocos euros que le quedaban quedaron en manos de algún ratero de hostal. Esa noche no le quedó más remedio que acostarse a dormir con un concierto de tripas.


Una compañera de hostal que se enteró del incidente sospechó que mi hermano no lo debía estar pasando muy bien. Así que, en franca solidaridad la amiga mochilera le ofreció un plato de comida que tenía de todo menos buena pinta o, al menos, ningún ingrediente que él pudiera reconocer. Pero bueno, había hambre. Contra todo pronóstico, la historia tuvo un final feliz. Si no hubiese sido por el hambre atroz, mi hermano nunca habría probado un suculento plato típico del país por “feo” o “raro”, que sin embargo, le encantó.

Sin saberlo, esta historia me resultaría de mucha ayuda e inspiración para mis futuros viajes. No hay mayor motivación que querer transitar el camino antes recorrido por alguien, y así comenzó mi aventura culinaria por el mundo.

Primera parada: Santander, Colombia (Bucaramanga).



Fue aquí, en el Cañón de Chicamocha, donde me topé con vendedores ambulantes anunciando la venta de su popular producto: hormigas culonas santandereanas.


Las venden como maní tostado de feria, y los padres y niños corren hacia el vendedor ansiosos de comerse sus hormiguitas y seguir disfrutando del hermoso paisaje.


Me quedé sorprendida al ver ese del evento y pensé: si esos nenes de cinco o seis años le metieron mano, esta manganzona no puede ser menos. Le pregunté al vendedor con inocencia: “¿a qué saben?” Ni me miró. Solo me espetó un seco ”a maní“. Y le creí. Comí hormigas culonas, paseé por todo el cañón de lo más contenta y aún vivo para contarlo.



Sepan que antes de irme del Parque nacional de Chicamocha compré varios paquetes de souvenir para traer a Puerto Rico. No puedo asegurar que mis amigos se las hayan comido, pero al menos quedaron encantados con el detalle curioso.


Segunda parada: México.


La palabra Chapulín la conocía como de seguro la conocen ustedes, a por el Chapulín Colorado, el superhéroe mexicano de nuestra infancia. Su nombre era tan familiar para mí que nunca me tomé la molestia de averiguar su origen, hasta que me di un viajecito y me lo ofrecieron como topping de guacamole o relleno de tacos. ¿Y qué es un chapulín? Pues otro insecto que se come.


Mi primera vez fue, como decía, sobre un guacamole. El aspecto de un topping de insectos debo confesar que es un poco para-pelos, pero a estas alturas ya no podía respingar. Agarré mi totopo (o nacho, en buen puertorriqueño), y ¡pa dentro! Crujientes, saladitos, los chapulines le dan un toque especial definitivo. Luego, ya sin miedo, donde quiera que los viera probaba alguna variedad por aquello de que no me cuenten.



Tercera parada: Perú.


Luego les contaré de este destino que marcó mi vida y mi corazón. Por ahora me limitaré a relatar mi experiencia con el güimo o cuy, un mamífero roedor -o sea, un ratón- originario de la zona andina, que se come; sí, así como lo leen. Aunque a primera vista no resulta apetecible (tampoco un lechón en la vara, para ser honesta) es un animal que no solo provee de alimento a los habitantes de la zona andina sino que es también un un plato venerado por las familias que allí habitan.


Mi primer encuentro con el roedor comestible fue en un tipo de “Guavate” peruano, pero de cuy. Todos a la vara, asados…como nuestro lechón.


Pides el tuyo lo sacan de la vara, dos o tres machetazos y al plato con papas hervidas y una salsita de queso. A la pregunta que se están haciendo ahora mismo les respondo: SÍ, me gustó, y repetí con gusto en la región de los andes colombianos.


En fin, que parte de la experiencia viajera es aventurarse a probar cosas nuevas. Las diferentes culturas se conocen también a través de sus olores y sabores.


- Adriana Rodríguez

Presidenta Hectours


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