En el año 2010 visité por primera vez Argentina cuando participaba de un programa de intercambio estudiantil en la Universidad de Córdoba. Esta es una de las ciudades más antiguas (se fundó en 1573) y más grandes de Argentina y se encuentra en el centro del país. Argentina es el séptimo país más grande del mundo en territorio, con 23 provincias más la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El país tiene regiones de mucho contraste geográfico así como diversidad en el acento de sus habitantes de una provincia a otra.
Generalmente cuando visitamos otro país, una forma de conocerlo además de por fotos, es a través de las diferencias entre nuestro lugar de origen y ese lugar destino. Naturalmente, cuando ese país destino se ha convertido en tu hogar tienes oportunidad de vivenciar otras situaciones que te permiten conocer más sobre su idiosincrasia y sus lugares.
Aunque no estaba en mis planes inmediatos visitar Argentina hasta que participé en el intercambio, seguro más de un amigo de la escuela intermedia y superior se acordará de las incontables ocurrencias de mi hermana gemela y mías imitando el acento argentino, en los años que se veía la novela Muñeca Brava en Puerto Rico. ¡Si en ese momento me hubiesen dicho que años más tarde conocería no sólo el acento sino toda la jerga de este hermoso país, no me lo creía! En ese viaje conocí a Diego, mi esposo y compañero de aventuras desde hace más de 7 años y la razón por la que elegí vivir en Argentina. Él es oriundo de la provincia de Río Negro, pero vivimos varios años en la provincia de Tierra del Fuego (¡bien al sur!) y actualmente vivimos en la provincia de San Luis (centro del país).
Allá por el 2010, cuando participaba en el intercambio, viví en la ciudad Córdoba y en nada se parecía el acento cordobés al que reconocía cómo acento argentino (que es el que se conoce como “porteño” o de capital federal). No sólo eso me sorprendió cuando tuve esa primera experiencia en el país. Uno de los rasgos distintivos del argentino en general que noté en aquel momento fue el poco preámbulo que necesitan para entablar conversación, la facilidad y naturalidad con la que se animan a preguntarte cualquier cosa o invitarte a participar de sus actividades (recién conociéndote), y lo bien al día que están en cuestiones políticas y económicas de su país, por lo que difícilmente faltará tema de conversación en una 'mateada' o una cena.
¡Contrastes sí los hay! En acentos, en medios de transporte principales, en estilos de vida, horarios de las comidas, en costumbres.
En ciudades grandes o pueblos chicos, el sistema de transporte más usado es el colectivo (autobús) y rara vez va vacío, así que es todo un aprendizaje manejarte al principio. Hay colectivos urbanos que circulan dentro de una misma ciudad y sus barrios; y por otro lado hay colectivos de larga distancia en los que puedes ir de una provincia a otra o incluso de un extremo al otro del país.
Para los que les gusta comprar todo listo, Argentina quizás es un lugar ideal para cultivar la paciencia y el arte de la cocina, ya que no encontrarás la variedad y cantidad de productos industrializados y elaborados que se consiguen en un supermercado en Puerto Rico o Estados Unidos. Aquí, por herencia de los inmigrantes europeos, se hacen muchísimas cosas caseras por lo que la harina, los huevos, el azúcar y la manteca (nuestra mantequilla) son ingredientes que no faltan en las alacenas y heladeras (neveras) de los argentinos o de los extranjeros residentes como yo. Hay que pensar más las comidas, elaborar un poco y ejercitar la creatividad. Por supuesto, en las ciudades más grandes como Buenos Aires o Córdoba será más fácil acceder a una más variada selección de productos, como sucede en todas los centros urbanos donde se consiguen más frecuentemente productos importados.
Aunque en las grandes ciudades sí hay shoppings, en la mayoría de las localidades argentinas, los comercios suelen ser específicos para cada rubro: en vez de encontrar todo en una megatienda, aprenderás a ir a la verdulería por vegetales y frutas; a la dietética por cereales, frutos secos, harinas o hierbas para el té; a la carnicería, a la pollería y a la pescadería por cada uno de esos alimentos; a la feria los fines de semana para comprar productos regionales artesanales. Además, en vez de ir un par de veces al mes a hacer una compra grande, los argentinos visitan casi diariamente algún kiosko o mercadito del barrio. Hay muchas pizzerías, fábricas de pastas, rotiserías, parrillas y bares o confiterías. Yo no tenía ni idea de qué era una rotisería cuando llegué, pero una vez vivís en Argentina, encontrarás rotis por todos lados. Son lugares que venden comidas hechas y generalmente para llevar como empanadas (parecidas a nuestras empanadillas pero hechas al horno), tartas de verdura, sandwiches de milanesa, hamburguesas, pizzas, etc). Atentos que la mayoría de las rotiserías sólo abren al mediodía (más o menos de 11am a 3pm) y a la noche (desde las 8 hasta la medianoche). Si te dieron ganas de comerte una rica empanada a las cuatro de la tarde, ¡toca preparártela en tu casita!
Habrá que cambiarse el chip de horarios ya que aquí existe la famosa siesta y aunque no la duermas, la mayoría de los comercios cierran sus puertas desde la 1pm hasta las 4 o 5 de la tarde. Se le llama horario cortado ya que generalmente abren de 9am a 1pm y luego vuelven a abrir de 5pm a 9pm. Algunos comercios no cierran durante la siesta, y se dice que hacen “horario corrido”. Si me preguntan qué es lo más que extraño de mi islita, sin duda ¡la comida y los horarios!
Una de las costumbres argentinas más lindas es lo que me gusta llamar el ritual del mate. La yerba mate es una infusión que generalmente se toma caliente. Es equivalente al café en Puerto Rico: se toma a cualquier hora, y si llega alguien a visitarte lo primero que escuchas es “¿querés que prepare unos mates?”. Se sirve en un recipiente que también se llama mate, se le coloca una bombilla (sorbete metálico que tiene un filtro y deja pasar el agua infusionada solamente) y se comparte. En tiempos pre-pandemia los amigos que se reunían tomaban de la misma bombilla. La persona que ceba el mate, es quien sostiene el termo con el agua caliente y va vertiendo el agua en la mateada.
Las reuniones con amigos son muy importantes y no requieren de mucha organización. Basta un mate, algo dulce para acompañar y una plaza cercana para tirar una manta al suelo y charlar. No hace falta tener mucho o poco dinero, porque si hay algo de lo que saben los argentinos, es compartir. “¿Qué llevo?”: una pregunta que siempre escucharás cuando se está planificando alguna salida o juntada. En tiempos pre-pandemia, no era raro irse a dormir cualquier viernes o sábado a las 5 de la madrugada, pues las cenas siempre se extienden. Esa precisamente es una de las costumbres o actividades que disfruto mucho al vivir acá: las reuniones caseras entre amigos, donde cada uno trae algo para comer y compartir o se cocina en conjunto. No sé cuán comunes son estas interacciones en Puerto Rico porque hace años que no vivo allá, pero si no está instaurada aún, es una costumbre que siempre es lindo adoptar.
La economía de Argentina es muy distinta a la de Puerto Rico. La inflación es un gran problema, en términos simples y generales trae como consecuencia que el poder adquisitivo de los trabajadores vaya en descenso y los productos aumenten de precio constantemente. Esta quizás sea una de las razones por las cuales se valoran mucho los oficios. Si se te rompe un zapato, vas al zapatero; si se te descosió una blusa la llevas a la costurera. Al menos en los pueblos pequeños, las poblaciones son austeras y el consumo es mínimo. Por otro lado, muchas localidades tienen sus ferias artesanales los fines de semana y cada vez más las personas se inclinan por comprar local y evitar lo industrializado.
Si está en tus planes viajar a Suramérica, Argentina es un destino que no deberías perderte. Posee montañas, glaciares, bosques, parques nacionales increíbles, fauna y flora maravillosa, pueblos pequeñitos alejados de todo, urbes grandes para aquellos que prefieren la ciudad y un pueblo resiliente y creativo. Es un territorio vasto, por lo que difícilmente en un solo viaje puedas recorrer la totalidad de sus puntos más turísticos. Además hay muchas joyas que no son turísticas por lo que siempre quedará algo pendiente para visitar.
La ruta o circuito que elijas va a depender de la cantidad de días disponibles que tengas, del dinero con el que cuentes, de los destinos y actividades que más te llamen la atención (¿te gusta visitar viñedos y bodegas? ¿hacer trekking? ¿hacer rafting? ¿visitar parques nacionales?) y también de la época en que decidas viajar. Ten en cuenta que acá en el hemisferio sur, las estaciones son opuestas a las del hemisferio norte, por lo que si decides venir en enero, acá será pleno verano y si decides venir en julio no hay que olvidar la ropa de abrigo.
Los aeropuertos internacionales más grandes están en Buenos Aires (Ezeiza y Aeroparque) y en Córdoba Capital. Casi todos los vuelos domésticos están centralizados en Buenos Aires por lo que tendrás más opciones para salir desde Buenos Aires a cualquier destino del país en avión. Si tienes muchos días para explorar el país, hacer algún tramo en colectivo (bus) es una buena opción para conocer cómo son las rutas argentinas y sus paisajes.
¿Destinos que no debes perderte?
Buenos Aires: Si disfrutas de lo que ofrecen las ciudades grandes, de Buenos Aires no te pierdas visitar Caminito en Barrio La Boca (la cuna del tango) y Barrio de San Telmo con sus aires bohemios, sus casas de antigüedades y sus espectáculos culturales callejeros (acá también puedes disfrutar de una cena con espectáculo de tango). Si andas varios días por esta ciudad, te recomiendo que te des un paseo por el Teatro Colón, el Jardín Japonés, Puerto Madero y el Cementerio de Recoleta.
Patagonia Austral: Si prefieres naturaleza en estado puro, la Patagonia es una región que comprende varias provincias y cada una de ellas tiene su encanto. En esta región los imperdibles son Ushuaia en Tierra del Fuego (conocido como el fin del mundo). Viví en esa ciudad seis años y aunque el clima es todo un desafío, la naturaleza es maravillosa y nunca deja de sorprender. Disfrutarás de hermosos bosques de lenga, senderos a lagunas preciosas, vistas a montañas nevadas y al canal del Beagle… Es una ciudad muy turística y con gran circulación de visitantes internacionales ya que desde ahí sale la mayoría de los cruceros que van a la Antártida.
Otro destino que no debes perderte es la localidad de El Calafate en la provincia de Santa Cruz. Allí está el Parque Nacional Los Glaciares con el imponente Glaciar Perito Moreno así como otros glaciares que se originan en el Campo de Hielo Patagónico Sur. A menos de 200 kilómetros está el pueblito de El Chaltén, también conocido como la capital del trekking. Si te gusta caminar y explorar este destino es para ti. Los senderos son autoguiados en su mayoría y están muy bien marcados.
Bariloche: Quizás hayas escuchado hablar de Bariloche en la provincia de Río Negro. Otro destino para sumar en tu lista. Es una ciudad rodeada de naturaleza y un destino elegido en invierno para esquiar, o en primavera y verano para caminar y disfrutar de un clima agradable. Se elabora y se vende mucho chocolate artesanal, y sobresale la arquitectura alpina en sus construcciones. Si vas a Bariloche, a poca distancia tendrás otras joyas para conocer: Villa La Angostura y San Martín de Los Andes. Estas ciudades (Ushuaia, El Calafate, Bariloche) tienen aeropuertos con varios vuelos al día desde Buenos Aires. Si te gusta hacer trekking o senderismo, disfrutar de paisajes alucinantes con montañas, lagos y bosques, la región patagónica no te defraudará.
Mendoza: Para los que les gusta visitar bodegas y probar vinos o disfrutar de los viñedos con vista a la Cordillera de Los Andes, la provincia de Mendoza es un “must”. Además, en Mendoza tienes el Parque Provincial Aconcagua, reserva donde se encuentra la montaña más alta de todo el continente americano con poco más de 6,900 metros sobre el nivel del mar y las rutas en dirección a la cordillera son una belleza. Además puedes disfrutar de sus aguas termales en las Termas de Cacheuta o las de Villavicencio.
Norte Argentino: Del Norte Argentino, que es un sueño, las provincias de Salta y Jujuy te ofrecen montañas de colores, valles extensos, quebradas, paisajes áridos y de altura, salinas. En Salta hay viñedos y bodegas, el Tren a las Nubes en San Antonio de Los Cobres y paisajes alucinantes. De Jujuy no te pierdas las Salinas Grandes y los pueblos de la Quebrada de Humahuaca. Los lugareños son muy amables y encontrarás artesanías en madera, ponchos, tejidos en lana y alpaca y suculentas comidas caseras como el locro argentino.
Cataratas del Iguazú: En el norte de la provincia de Misiones, podrás disfrutar de las conocidas Cataratas del Iguazú. Su salto más alto y de mayor caudal es la Garganta del Diablo. Es una zona extensa compartida por Argentina y Brasil. Se puede visitar un día el lado argentino y recorrer sus pasarelas, y al siguiente cruzar a Brasil en bus y tener una vista panorámica de las cataratas.
Hoy día hay una gran comunidad viajera de mujeres que deciden recorrer Argentina y otros destinos y se animan a la aventura de conocer otras culturas y geografías. La verdad es que hay componentes de la experiencia de viajar que sólo vas a descubrir cuando viajas sola. Durante estos años, me encontré con mujeres que viajaban solas en avión, en bus y hasta en bicicleta (¡por las rutas desoladas de la estepa patagónica!), cada una con aventuras y retos personales distintos, pero disfrutando la decisión de permitirse conocer otra cara del mundo y otra faceta de ellas.
En realidad cuando viajas sola, es mucho más probable que siempre estés acompañada porque es cuando más viajeros en el camino conoces y cuando más libre te sientes de compartir experiencias y de armar circuitos más flexibles.
Soy de la idea de que viajar nos hace más contemplativos, reflexivos y tolerantes, viajes sola o acompañada, lejos o cerca. He escuchado más de una vez que para conocer a alguien bien, te des un viajecito con esa persona (lo mismo aplica para darnos un viajecito con nosotras mismas). Sin duda cuando viajamos (solas o con acompañantes), regresamos más capaces de comprender y aceptar las diferencias que nos hacen únicos como seres humanos y como sociedades.
Entonces el ejercicio automático e inconsciente de comparar “esto” con “lo otro”, se empieza a transformar en una mirada consciente de lo maravilloso de las diferencias de los lugares que vamos conociendo, de las personas que nos encontramos en el camino y de los que nos acompañan en el viaje que decidimos emprender.
- Marie Feliciano (IG: @boricua.en.argentina)
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